Rehabilitación y ampliación.
Valencia 1985-1996. Con el arquitecto Álvaro Gómez-Ferrer
Las pautas seguidas en este proyecto de intervención se discurren a una actitud clara y contundente expresada por el profesor Giorgio Grassi en sus recientes escritos, que supone una lectura actualizada de aquél «escuchar al edificio» de Viollet le Duc, en la que no se trata tanto el completar según una supuesta lógica estilística como el plantear la intervención a partir del conocimiento del edificio, como hecho físico, como artefacto cuya lectura establece unas formas de actuación.
Las trazas, los elementos existentes, sus sistemas constructivos, volúmenes y dimensiones establecen la pauta, mediante un proceso analógico, en la operación de intervención que plantea el proyecto.
A estos factores hay que añadir, además de la necesaria lectura y evolución histórica del conjunto, su relación con la ciudad, la imagen urbana que definía históricamente el margen izquierdo del río y cuya restitución se plantea. Se conforman así las claves de interpretación y articulación de la propuesta.
Criterios y propuestas proyectuales:
El proyecto de rehabilitación y ampliación del Museo San Pio V (Bellas Artes), plantea como objetivo básico dotar de unidad lógica al conjunto resultante de la intervención en las trazas originales del edificio, constituidas básicamente, por un cuerpo claustral, la antigua iglesia octogonal tangente a él y un bloque lineal adosado a uno de los lados del octógono, y la ampliación, que deberá proporcionar los espacios de exposición necesarios así como los servicios propios de un museo, a partir de las reglas, las pautas que del estudio y lectura del monumento se establecen.
La rehabilitación del edificio original, la reconstrucción de la cúpula de su iglesia octogonal, y de su espacio resultante, por su significación como núcleo del nuevo museo (para recuperar la imagen urbana que desde el S. XVIII, reflejada en multitud de grabados de la Ciudad), junto a la ordenación del entorno, son particularmente importantes en una zona rica en vestigios del pasado valenciano, como los pretiles del viejo cauce del Turia, el vecino convento de la Trinidad así como los antiguos Jardines del Real.
El conjunto de edificaciones que a lo largo del tiempo se ha ido adosando al proyecto básico, realizado en el S. XVIII por Juan Bautista Pérez, tras su muerte, por Josep Minguez, ha desfigurado las trazas originales de aquel proyecto, dando lugar a una confusa aglomeración de elementos que impiden su lectura, y dificultan la conveniente adecuación del edificio a los requerimientos actuales de un museo.
Su rehabilitación se plantea a partir de una decidida recuperación de la estructura básica del conjunto: un claustro de planta cuadrada con galerías en sus lados, con excepción del ala oeste, donde la iglesia octogonal anula el cuerpo claustral, y un bloque lineal que se desarrolla paralelamente al río, apoyado en uno de los lados del templo.
Las construcciones adosadas en la vertiente norte del conjunto, levantadas sin más límite ni proyecto que el de los lindes de la propiedad, junto a la pequeña capilla neogótica, que fue incluida en el espacio central del templo, demolido parcialmente en 1924, constituyen las partes adventicias que ahora se eliminan para posibilitar la adecuada lectura del conjunto original y, en consecuencia, de su tratamiento y aplicación.
Como resultado de esta eliminación, la iglesia octogonal se convierte en el núcleo que articula el bloque claustral y la ampliación que se construye de nueva planta; sus ejes, el principal dado por la fachada-retablo de acceso y el perpendicular a él, son las directrices que ordenan no sólo las partes antiguas sino también la nueva intervención.
La rehabilitación de los elementos históricos y la ampliación ordenada del edificio, hasta conseguir un espacio adecuado para el museo, son los dos apartados claramente diferenciados en que se desarrolla la propuesta. Entre la diversidad y la semejanza de ambas partes, lo antiguo y lo nuevo, se tratará de establecer la relación que debe dar unidad al conjunto.
La recuperación del espacio abovedado de la iglesia en el punto donde se cruzan los ejes ordenadores de la rehabilitación, inicia dicho proceso con una intervención decidida a restablecer la imagen visual del antiguo convento de San Pío V, a la vez que sirve para dotar al Museo de un gran espacio de acogida que funciona a la vez como vestíbulo y como lugar de exposición de ciertas obras.
Las salas, estructuradas alrededor del claustro y liberadas de intervenciones que dificultan su recorrido secuencial lineal, marcan la escala de tratamiento de la parte nueva, formada por bloques a dos crujías con un muro central.
El cuerpo Oeste, paralelo al río, construido a base una doble crujía de muros de carga y cubierta a tres aguas, es recuperado especialmente apoyándose en su sistema estructural.
Sus dimensiones y su situación tangencial a la antigua iglesia lo hacen adecuado para ubicar en las oficinas y servicios externos del museo, a excepción de la biblioteca que se localiza en la última planta del lado norte del claustro, en una sala de doble altura en la que se crea una naya perimetral, al modo de las bibliotecas barrocas germánicas y anglosajonas.
El análisis formal de este conjunto, la fragmentación y variedad de los elementos que lo integran, la dimensión de las salas resultantes alrededor del claustro, la altura de cornisa de este volumen y de la iglesia, así como sus respectivas técnicas constructivas, proporcionan los parámetros de partida para el proyecto de ampliación.
Una gran sala, perpendicular al nuevo vestíbulo, de doble altura y ancho igual al lado del octógono del vestíbulo, limitada en su longitud por la alineación de la Vuelta del Ruiseñor, constituye el eje principal del que parten (relacionadas espacialmente con él y a modo de peine), tres alas de dos plantas, de dimensiones similares a las del cuerpo claustral, en cuya planta baja se ubican los depósitos de obras, visitables no sólo por los estudiosos, sino, cuando se crea conveniente, por el público, y talleres de restauración, carpintería, etc.
En planta primera, una secuencia de salas de exposición con la dimensión necesaria en altura y las condiciones idóneas para su función posibilitan el enlace con el bloque claustral a la vez que conectan especialmente con la gran sala central. Un eje de servicio paralelo al central de acceso permite la conexión entre ellas.
En el eje perpendicular al acceso y opuesto a la conexión con el bloque claustral se ordena el acceso a la sala de exposiciones temporales, articulada a través de un segundo patio, de escultura y piezas arquitectónicas ordenadas a modo de «antiquarium».
La sala de exposiciones temporales, de estructura formal similar a la gran sala de acceso a la exposición permanente, queda articulada con un bloque intermedio de servicios que sirve en funciones y necesidades de aquélla.
Las alturas de los volúmenes de la ampliación vienen determinados por las del bloque claustral, en cuanto a los tres brazos perpendiculares al eje, y éste y la galería de exposiciones temporales tienen limitada su altura.
El muro de ladrillo de sílice es el protagonista de la ampliación frente al enlucido con color de los bloques históricos intervenidos, sus límites de altura y volumen han sido ya establecidos y cabría aclarar la resolución del muro de cierre oeste, de la gran sala longitudinal de doble altura de la ampliación, y la sala de exposiciones temporales.
Se recurre a unos muros de arriostramiento que a su vez pauten y propicien unas zonas de exposición junto al eje de recorrido. La solución formal adoptada se extrae, otra vez, de la mirada a la arquitectura de la ciudad, las antiguas iglesias de «nueva planta» (Jaime I. S.XIII) caracterizadas por un gran volumen pétreo del que emergen los contrafuertes.
Esta solución ordena las zonas de exposición, posibilita la iluminación central de estos espacios a la vez que articula el muro y proporciona el resultado formal que se aprecia en las reproducción.
En el resto de la ampliación y desnudez del muro, el juego de sombras que propicia y sus articulaciones, son los factores que pretenden mostrar la adecuación al problema y el establecimiento de la relación no sólo con el edificio sino con cierta arquitectura de la ciudad donde se ubica, relación, en su conjunto, no sólo visual o física sino en el sentido indicado por Ignasi de Sóla-Morales, que intenta establecer «una interpretación del material histórico con el que se miden, de modo que este material es objeto de una verdadera lectura que acompaña explícita e implícitamente a la nueva intervención en su global significación».
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Arquitectos Proyecto y Dirección: Manuel Portaceli Roig. Y Álvaro Gómez-Ferrer Bayo.
Arquitecto Técnico: Alfredo Paredes. Isidro Clavel. Ángel Aznar.
Colaboradores: José Ramón Tormo, Arquitecto. / Natalia Gómez-Ferrer, Arquitecto. / Angelo Alghisi, Arquitecto. / José Luis Bartet, Arquitecto. / Lourdes García Sogo, Arquitecto. / Martin Riis-Hansen, Arquitecto.
Empresa constructora: Constructora de Obras Municipales, S.A.(C.O.M.S.A.)
Promotor: Ministerio de Cultura. Consellería de Cultura. Generalitat Valenciana.
Fecha de Proyecto: 1985‑1990 (1ª y 2ª Fase) / 1991‑1992 (3ª Fase) / Julio de 1996 (4ª Fase)
Fecha de Ejecución: 1989 (1ª Fase) / 1994 (2ª Fase) / 1996 (3ª Fase)
Fotografías: Ana Müller. / Lorena Miguel. / A. Otero
Bibliografía:
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– El museo se adapta a la ciudad. La ciudad cambia con sus museos. Madrid. Amigos de los museos, marzo 2007, pp. 10-14
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